Teoría cuántica
La
teoría o mecánica cuántica es una de las ramas principales de la Física y uno
de los más grandes avances del siglo XX en el conocimiento humano. Explica el
comportamiento de la materia y de la energía. Su aplicación ha hecho posible el
descubrimiento y desarrollo de muchas tecnologías, como por ejemplo los
transistores, componentes profusamente utilizados en casi todos los aparatos
que tengan alguna parte funcional electrónica. La teoría cuántica describe, en su visión más
ortodoxa, cómo en cualquier sistema físico –y por tanto, en todo el universo–
existe una diversa multiplicidad de estados, los cuales habiendo sido descritos
mediante ecuaciones matemáticas por los físicos, son denominados estados
cuánticos. De esta forma la mecánica cuántica puede explicar la existencia del
átomo y desvelar los misterios de la estructura atómica, tal como hoy son
entendidos; fenómenos que no puede explicar debidamente la física clásica o más
propiamente la mecánica clásica. De forma específica, se considera también
mecánica cuántica, a la parte de ella misma que no incorpora la relatividad en
su formalismo, tan sólo como añadido mediante la teoría de perturbaciones.
Principio
de dualidad. Postulado de DE Broglie
En
1924 Louis De Broglie proporcionó una solución a este acertijo. De Broglie
razonó como sigue: si las ondas luminosas se pueden comportar como un rayo de
partículas (fotones), entonces quizás las partículas como los electrones pueden
poseer 46 propiedades ondulatorias. De acuerdo con De Broglie, un electrón
enlazado a un núcleo se comporta como onda estacionaria.
Algunos
puntos de la cuerda, llamados nodos, no se mueven en absoluto, esto es, la
amplitud de la onda en estos puntos es cero. En cada extremo hay un nodo, y
puede haber otros entre ellos. A mayor frecuencia de la vibración, menor es la
longitud de la onda estacionaria y mayor el número de nodos. De Broglie
argumentó que si el electrón se comporta en realidad como una onda estacionaria
en el átomo de hidrógeno, entonces la longitud de onda debe caber exactamente
en la circunferencia de la órbita. De lo contrario, la onda se cancela en forma
parcial a sí misma en cada circunvolución sucesiva; eventualmente la amplitud
de la onda se reducirá a cero, y la onda no existiría.
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